VOINEWS.ID - Los líderes de China, Francia, Alemania y la Organización Mundial de la Salud quieren que cualquier vacuna contra el coronavirus se considere un "bien público global", pero el presidente Donald Trump tiene otra idea: vacunar a Estados Unidos primero.
Detrás del principio del "bien público global" se encuentran dos cuestiones distintas: los derechos de propiedad intelectual y la distribución de las primeras dosis de una vacuna. El primero podría ser más fácil de resolver que el segundo.
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, ha dicho que África quiere que cualquier vacuna contra el coronavirus esté libre de patentes.
Pero eso es poco probable porque los laboratorios que trabajan para desarrollar una vacuna querrán recuperar los miles de millones de dólares que invierten.
Y pueden contar con el apoyo de los Estados Unidos, que se opone a cualquier desafío a los derechos internacionales de propiedad intelectual y repitió esa posición esta semana ante la OMS.
Por lo tanto, la vacuna probablemente no será gratuita, aunque varias compañías se han comprometido a proporcionarla al costo. Pero ese tipo de promesa de costo es relativo.
En el pasado se hizo con medicamentos para tratar el HIV, dijo Matthew Kavanagh, profesor de salud global en la Universidad de Georgetown.
Pero los fabricantes de medicamentos genéricos más tarde descubrieron que sus costos reales eran una décima parte, incluso menos, lo que demuestra que hay margen de maniobra en la forma en que se establecen los precios al costo.
Mark Feinberg, ex director científico de Merck Vaccines y ahora CEO de la Iniciativa Internacional de Vacunas contra el SIDA, dijo que los laboratorios farmacéuticos han aprendido la lección sobre cómo obtener ganancias durante una tragedia y no quieren convertirse en parias.
Eso dañaría su reputación y sus ganancias. Feinberg dijo que cree que la patente de una vacuna contra el coronavirus se compartirá porque una vez que se desarrolla una vacuna, ningún fabricante de medicamentos puede producir suficiente para satisfacer la demanda mundial y tendrá que asociarse con otros fabricantes.
La OMS, los líderes europeos y las ONG involucradas en la lucha contra COVID-19 tienen como objetivo establecer un nuevo mecanismo de distribución equitativa de cualquier vacuna.
Los primeros en la fila para recibir una vacuna serían los trabajadores de la salud en cualquier país afectado por el virus, seguidos por los trabajadores esenciales, como la policía, los bomberos y los conductores de autobuses, antes que todos los demás.
Pero a Trump, ansioso por volver a encauzar la economía de los Estados Unidos y al país mientras busca la reelección en noviembre, le importa poco la solidaridad internacional.(Trans Brg)